Ya es la mayor registrada desde 1944; la cuenca se alimenta de lluvias en el sur de Brasil, donde la temporada de precipitaciones comienza recién en octubre
ROSARIO.– Con 46 años de trabajo como pescador artesanal, Escolástico Julián Aguilar no deja de asombrarse al hablar sobre la bajante histórica del Paraná, el río que lo vio nacer en un pequeño pueblo entrerriano y que le sigue ofreciendo trabajo e identidad, ahora en las costas rosarinas. “Ya van dos años de esta bajante extraordinaria. Yo nunca vi algo así, que durara tanto tiempo y secara casi todo”, explica, mientras se aleja de su embarcación, empantanada en un horizonte de barro que parece sin fin.
El Paraná atraviesa una bajante excepcional no solo por lo pronunciada, sino también por lo prolongada. Y, según proyecciones elaboradas desde el Instituto Nacional del Agua (INA), esta situación se profundizará hasta llegar, con mucha probabilidad, a ser la peor jamás registrada.
En un informe publicado esta semana, ese organismo presenta tres escenarios: uno “optimista”, otro más crítico y un tercero “más crítico aún”. En dos de los tres, se estima que la falta de agua será más severa que en 1944, la mayor bajante desde que hay registros: ese año, el 10 de septiembre, la altura del río en Rosario llegó a -1,39. Ahora, desde el INA calculan que “si la bajante continúa como hasta ahora” (escenario 1) el nivel más bajo este año será de -1,35 en noviembre. Si se agrava más (escenario 2), llegaría a los -1,49. Por último, el escenario 3 es el peor: el nivel del agua descendería hasta -1,61 metros “con mayor prolongación de la bajante”.