La pesca de esta especie había desaparecido hace años del más grande lago cordobés. Ahora ha regresado. Un fenómeno que moviliza a miles de aficionados y a la economía regional.

 

Con varias cañas en el agua y un balde lleno de pejerreyes en el bote, Jorge Licera y Sergio Acuña disfrutan de una actividad que practican al menos dos veces por semana. Vecinos de Villa del Dique y aficionados a la pesca desde siempre, afirman que el pejerrey ha vuelto al mayor lago de Córdoba, después de muchos años en los que parecía haber desaparecido.
¿Por qué se había ido?, ¿por qué reapareció? Ambas preguntas no tienen respuestas únicas. El pejerrey es la especie más atractiva de los lagos cordobeses. En Embalse, su presencia generaba en los pueblos costeros una intensa actividad económica y social a partir de miles de aficionados. Despoblado de pejerreyes, el dique se despobló de pescadores.

PEJERREY

Las hipótesis que traza un investigador Sergio apunta a la resiembra y a los mayores controles sobre la pesca furtiva como principales razones que explican este presente, que de a poco comienza a parecerse a la época más fecunda, de 40 años atrás. A su criterio, fueron la falta de siembra de ejemplares y los controles laxos, sumados a las plantaciones de soja en campos pegados al lago (que ya no están), los que menguaron la pesca.
Con botes rústicos o lanchas sofisticadas, turistas y lugareños se lanzan nuevamente a la búsqueda del pejerrey. Los pescadores deben tener un carné habilitante y respetar el cupo máximo de 30 ejemplares por persona, establecido por la Secretaría de Ambiente.
En un bote amarillo, con sillas plásticas, dos pescadores oriundos de Almafuerte muestran las piezas del día. “Hoy viene flojo el pique. Pero estamos viniendo cada 15 días”, dicen.

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El regreso del pejerrey: las hipótesis que traza un investigador “Antes era difícil encontrar más de dos botes pescando”, comenta un vecino de Villa del Dique. Ahora, los fines de semana se suele superar el centenar de embarcaciones, entre botes y balsas.
Danilo “Pucho” Álvarez (71) tiene en el patio de su casa tres piletas de lona repletas de mojarritas. Las coloca en bolsas con agua y les agrega oxígeno: es la carnada para pescadores que vende a 100 pesos las 120. Hasta hace unos dos años, esa actividad “comercial” estaba extinguida en la zona.
“Es impresionante la cantidad de gente que viene a pescar cada fin de semana”, asegura. Aunque, ya no se alquilan tantos botes como décadas atrás. “En aquella época, si tenía 40 los alquilaba a todos”, recuerda.
Danilo tiene su teoría del retorno del pejerrey: “La pesca volvió apenas pararon la Central Nuclear, a fines de 2015. Yo decía que si no entraba el agua caliente y llovía más, volvería la pesca”, describe. Una hipótesis, sin cotejo científico, pero que varios pescadores repiten. Danilo también especula con otras causas, como la siembra de alevines y la menor presencia de algunas aves depredadoras de pejerreyes en edad temprana, como el biguá.

Buen pique. Jorge y Sergio, aficionados de Villa del Dique. “Ahora da gusto volver a pescar en este lago, como hace mucho no ocurría”, dicen. (La Voz)

En movimiento

Un promedio de 500 personas llegan al balneario de Villa Rumipal por semana a pescar, apunta el director de Turismo local, Facundo Suárez. Y ese es sólo uno de los muchos puntos de acceso al lago. Suárez valora la actividad, “que ayuda a cortar la estacionalidad y activa el circuito gastronómico, de alojamiento y comercial”. Destaca, a su vez, que encadena una red de servicios informales, que ayudan al sustento de familias.
Luis Farías, jubilado de Villa del Dique, ofrece por ejemplo sus servicios para limpiar y filetear pejerreyes, para dejarlos listos para cocinar. “Cobro cinco pesos por pescado”, cuenta.
“Hace unos dos años que empezó a convertirse otra vez en atractivo y ya llegan pescadores de todo el país”, comenta Marcelo Leconte, presidente de la cámara de hoteleros y cabañeros de Villa Rumipal. Leconte advierte la importancia de cuidar el recurso, a través de controles, para que la pesca deportiva no se convierta en depredación.


“Se está pescando mucho mejor y mejoró la calidad del pejerrey, pero no sabemos fehacientemente a qué se debe”, señala Rubén Kozar, pescador de Embalse. Consideró como factores probables la siembra más insistente, la coincidencia con la parada de la Nuclear y la merma del mejillón dorado o conchilla. También sugiere que deben fortalecerse los controles hacia los pescadores furtivos.
En este nuevo escenario, hasta retornaron los concursos de pesca realizados por clubes náuticos.

La resiembra

Walter Urquiza, director de la Estación Hidrobiológica Fitz Simon, de Embalse, sostiene que el retorno del pejerrey es consecuencia directa de su resiembra, que se realiza desde la reapertura de esa planta, cerrada durante décadas pero reabierta en 2011, con apoyo del municipio de Embalse y de la Provincia. Con ejemplares propios y con refuerzos de la laguna de Chascomús, se fue repoblando el lago.
La disminución del pejerrey –opina Urquiza– estuvo relacionada con la fuerte presión de pesca, tanto deportiva como furtiva, “no respetando los periodos de desove natural ni tampoco la medida de los ejemplares”, y con el cierre de las plantas de piscicultura. Extracción sin control y nula resiembra fue la fórmula de la caída, según su argumento.
La primera siembra en esta etapa fue entre fines de 2013 y principios de 2014, de 44 mil ejemplares de más de 15 centímetros, criados en la propia estación local. Luego se sumaron “más de medio millón, pero más pequeños”, acota Urquiza, quien destaca que aquí no se siembran larvas, como es común en la mayoría de embalses y lagunas del resto del país.

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Fuente: www.lavoz.com.ar